El camino y la cima


"Los Iris" de Vincent Van Gogh
EL CAMINO Y LA CIMA
© Álvaro Cristóbal Díaz Álvarez

Vivía en una pequeña casa cerca de una colina poco empinada. Aun recuerdo al muchacho de la mochila, caminando, siempre solo lentamente y observando con atención, como queriendo encontrar algo mas en el camino de cada día.
A pesar de la nueva era, el conocimiento y el concepto de “open mind” era hasta escalofriante esa ligera aunque lenta caminata.
Caminaba cada día cargando esa pequeña mochila de contenido misterioso, vagando, pero con la vista como buscando algo, de un momento a otro, corría hacia cualquier lugar eligiendo un objeto en especial, lo miraba con cuidado y de arriba abajo, así cada día, no sabíamos de donde venia, ni a donde iba, cada día iba y jamás se le veía volver. Siempre, sin falta, se iba con el sol.
Fue una tarde en otoño que me decidí a acompañarle, era el medio día y mi entusiasmo era tal, que tenia listas mis 2 maletas, la 1era contenía 3 emparedados de atún y jamón, 4 litros de agua en diferentes botellas y una manta para el clima de la noche, mi otra maleta contenía ropa, otros zapatos, mi revolver, cuchillo y linterna. Me pareció que si iba a aventurarme a lo desconocido era sensato calzar botas de alta resistencia, sombrero para sol y guantes de cuero. En cuanto lo vi venir salí a la calle para encontrármelo, a pesar de que no estaba muy seguro de cómo me podría unir a su caminata, me detuve justo frente a el, dijo tímidamente…
-buenos días.
-buenas tardes-dije aun mas intimidado. Al estar mas cerca de el pude ver que era un muchacho de poco mas de 20 años, el siguió caminando y yo con el, quise hacerle la platica:
-¿Cómo te llamas?-dije
-¿amm… como te llamas tu?-respondió dudoso de hablarme de ese modo. Sin embargo yo seguí hablando como si el hubiese respondido.
-he notado que caminas muy seguido por aquí- dije con la intención de que no se sintiera acosado a pesar de que yo sabia la hora exacta a la que pasaba frente a la ventana del vestíbulo.
-lo hago diario-respondió-he notado que tu pegas la nariz a la ventana cuando me ves pasar.
Ese fue un momento realmente incomodo ya que nunca había pensado en ser discreto con respecto al tema, afortunadamente el siguió hablando.
-a propósito, ¿no es incomoda esa ropa tan pesada?
-realmente es ropa especial para la montaña.
-es curioso que la gente crea que entra más pesada la mochila más ligera la aventura., tampoco logro entender como es que vas tan aprisa pudiendo disfrutar.
-es que en realidad quisiera saber a donde vas todos los días-dije fastidiado un poco por su forma de hacerme sentir inútil para lo que el hacia, y un poco por mi desesperación de saber que era ese misterio.
-voy a la cima de la montaña, ahí es a donde deseo llegar-dijo mientras corría a un campo de pequeñas flores.
La falta de interés que mostraba era realmente molesta, por lo que decidí subir solo, después de todo subir no era difícil. Encontré una vereda muy marcada por la que subí, eran las 7 y el sol estaba cayendo cuando al fin alcancé la cima, ahí no encontré mas que el sol escondiéndose mas allá, regrese a casa, era ya tarde cuando llegue, agotado.
Al día siguiente me despertó en la madrugada una duda aun mayor que a donde iba el, ¿Por qué lo hacia? Me decidí a subir de nuevo la montaña, no llegue a la cima, pues al caer el sol yo disfrutaba del fresco y húmedo pasto.
llegar a la meta antes es como llegar a la paz eterna sin haber disfrutado la vida